Vuelve (a) Van Gogh
No hay nada como la magia de las películas en pantalla grande
No hay nada como la magia de las películas en pantalla grande
Este drama británico sobre un matrimonio que se divorcia después de media vida juntos es nuestro estreno de la semana. Lo firma el guionista de ‘Tierras de penumbra’ y ‘Gladiator’
Este otoño indagaremos en figuras como la mexicana Frida Kahlo o el francés Paul Gauguin, así como en la colección incomparable del museo Hermitage de San Petersburgo
‘Dehesa’ retrata con rigor y asombrosas imágenes un ecosistema único en el mundo, hogar de ciervos, águilas imperiales y toros bravos. Desde este viernes en nuestros cines
El cantante de Jarabe de Palo y el periodista Jordi Évole, dos buenos amigos, se despidieron con una conversación inolvidable que se podrá ver en nuestros cines a partir del miércoles 30
Todos los lunes (excepto festivos) proyectamos películas en Versión Original y, lo mejor, a 4 euros la entrada.
En el moderno montaje milanés del ‘Orfeo y Eurídice’ de Gluck, el peruano alcanza su madurez como tenor. El jueves 12 de noviembre a las 19.00 se podrá ver en Cines Van Gogh
‘Manon Lescaut’ regresa a Londres después de tres décadas de ausencia. Con Jonas Kaufmann, Kristine Opolais y una rompedora escenografía de Jonathan Kent. Jueves 26 de noviembre en nuestros cines
‘El verano que vivimos’ reconstruye un gran amor imposible. Rodada en localizaciones de ensueño en Jerez, incluye en su banda sonora una canción original de Alejandro Sanz
Fue uno de los pilares de la danza del siglo XX, como Diaghilev, Balanchine o Isadora Duncan. Se le considera padre del ballet posmoderno. En sus coreografías, desligó el movimiento de la música, lo hizo independiente. Sentó las bases de un estilo abstracto, puro, basado en la libertad creativa y en la ausencia de emoción. En su afán por renovar la tradición, se acercó a las nuevas tecnologías: la televisión, el vídeo, la música electrónica, la informática. En sus 200 trabajos, el estadounidense (1919-2009) colaboró estrechamente con artistas de vanguardia, compositores como Erik Satie, John Cage (su pareja sentimental) o la banda Radiohead, pintores como Andy Warhol, Jasper Johns, Roy Lichtenstein o Robert Rauschenberg, que igual que él perseguían el descubrimiento por accidente, la sorpresa del instante.
Merce Cunningham marcó época. Y sin embargo, su legado se está extinguiendo. Solo dos años después de su muerte, su compañía se disolvió. Pero la directora rusa Alla Kovgan no podía permitirlo, y ha dedicado un lustro a su ópera prima. El documental Cunningham podrá verse en exclusiva el jueves 5 de noviembre a las 20.00 en nuestros cines.
El filme, que sigue la estela del formidable Pina de Wim Wenders, es imprescindible desde dos puntos de vista. Por un lado, repasa la larga trayectoria del autor con material de archivo inédito: fotografías, cartas, películas caseras, grabaciones de ensayos, giras, reuniones. Se remonta a su formación en Seattle y su éxito como primer bailarín de la compañía de Martha Graham -durante la II Guerra Mundial-, y pone el foco en sus inicios como coreógrafo. En 1953 funda su propia compañía. Durante siete décadas no deja de investigar: rompe con tradiciones como la frontalidad, la coordinación con la música, el vestuario caracterizado. Explora los límites del cuerpo, el gesto, el silencio, el instinto, la noción del espacio. Los bailarines trabajaban sin ni siquiera conocer la partitura, que oían en el estreno.
Su compromiso permanente con la experimentación y el riesgo se tradujo en largas temporadas sin financiación. “En la compañía compartíamos pobreza e ideas”, bromeaba. La hostilidad de la crítica y el público duraron hasta 1964. Tras una gira de seis meses (30 fechas, 10 países), al fin se ganaron una reputación en Londres, y más tarde en Nueva York. Sin embargo, Cunningham no es un documental biográfico. Lo que multiplica el valor de esta película es su esfuerzo por reconstruir las creaciones del autor norteamericano. Kovgan, con la ayuda de antiguos miembros de la compañía que hoy imparten clases sobre su estilo, recrea hasta 14 coreografías con jóvenes bailarines. Y lo hace siguiendo la filosofía del maestro: en espacios no convencionales, como calles, bosques, túneles, garajes, azoteas, parques… Así planteaba él sus famosos acontecimientos. El icónico Summerspace (1958) parece flotar en el puntillismo de Rauschenberg.
Este monográfico, recomendable incluso para aquellos que jamás hayan visto un ballet, indaga en el proceso creativo de un genio. “Para aguantar en la danza, tienes que amarla. No te devuelve nada, ni manuscritos, ni pinturas para mostrar en museos, ni poemas para imprimir, solo ese momento fugaz en que te sientes vivo”.